• Inicio
  • Politica
  • “Desde el dolor hacia la política: el padre de Miguel Uribe Turbay se postula como precandidato presidencial”
Noticias

“Desde el dolor hacia la política: el padre de Miguel Uribe Turbay se postula como precandidato presidencial”

Captura de pantalla 2025 08 26 183224

La política colombiana vive un episodio tan inesperado como simbólico. Miguel Uribe Londoño, padre del fallecido senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ha decidido asumir el lugar de su hijo dentro del uribismo y competir por la candidatura presidencial del Centro Democrático. La noticia se conoció en medio de un ambiente de duelo, pues el joven dirigente murió el pasado 11 de agosto tras no recuperarse del atentado que había sufrido en junio, cuando fue atacado a tiros en un mitin político en Bogotá. Lo que parecía ser el cierre de un capítulo trágico en la historia de una familia marcada por la violencia, se convirtió en el inicio de una nueva etapa en la que un padre, con casi ochenta años de vida, decide tomar la bandera de su hijo y lanzarse de lleno a la carrera presidencial.

Uribe Londoño no es ajeno al servicio público. Nacido en 1946, ejerció como concejal de Bogotá entre 1988 y 1990 y luego fue senador de la República por el Partido Conservador en 1990. También tuvo un paso destacado por el sector gremial, donde fue presidente de Proantioquia y de Fedecacao, cargos desde los cuales defendió intereses del sector productivo y buscó espacios de desarrollo regional. Su vida dio un vuelco trágico cuando su esposa fue asesinada en circunstancias violentas, lo que lo llevó a apartarse de la política activa y dedicarse de lleno a la crianza y formación de su hijo Miguel, quien años más tarde se convertiría en una de las figuras más visibles de la política joven colombiana. El atentado que terminó con su vida el pasado 11 de agosto significó un golpe devastador para el uribismo y para quienes veían en él una carta fuerte para las elecciones de 2026.

El anuncio de su precandidatura se hizo oficial el 22 de agosto en un acto que fue descrito por asistentes como solemne y emotivo. Dirigentes del Centro Democrático, junto con miembros de la familia Uribe, lo respaldaron y destacaron la valentía de un hombre que, pese a la tragedia, decidió seguir adelante con la causa que su hijo no pudo culminar. Para muchos dentro del partido, la decisión de Uribe Londoño representa un bálsamo de unidad, pues su figura despierta respeto por la experiencia y genera solidaridad por las pérdidas sufridas. La noticia se traduce también en una estrategia para mantener vivo el legado de Miguel Uribe Turbay, que en vida logró consolidarse como una de las voces más fuertes del uribismo renovado.

Con esta proclamación, Uribe Londoño se convierte en el quinto precandidato oficial del partido, junto con María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra. El mecanismo de selección contempla una encuesta internacional que se realizará entre diciembre de 2025 y enero de 2026, cuyo ganador participará en la consulta del Centro Democrático prevista para el 8 de marzo del próximo año. Será en esa fecha cuando el uribismo defina quién llevará su bandera en la elección presidencial de mayo, una contienda que se anticipa reñida y en la que el papel de la derecha tendrá que reconfigurarse tras los hechos de violencia política que han golpeado al país.

El discurso de Uribe Londoño estuvo marcado por la emoción y la firmeza. Aseguró que su candidatura no busca aprovecharse de la tragedia, sino honrar la memoria de su hijo y garantizar que sus propuestas, especialmente en seguridad, unidad nacional y desarrollo económico, no queden en el olvido. En sus palabras, Colombia atraviesa una etapa de crisis de confianza en las instituciones y de aumento de la violencia, lo que hace urgente retomar el rumbo de la seguridad democrática. Sus frases fueron recibidas con aplausos por los militantes, pero también con interrogantes por parte de analistas que se preguntan hasta qué punto el factor emocional podrá convertirse en un capital político sostenible durante la campaña.

La figura de Uribe Londoño despierta sentimientos encontrados en la opinión pública. Para algunos, su edad y su ausencia prolongada de la vida política activa lo convierten en un candidato más simbólico que competitivo. Para otros, precisamente su historia personal de pérdidas, sumada a la memoria de su hijo, puede darle una fuerza inesperada en un país donde el voto emocional tiene gran peso. Además, su regreso se da en un momento en que el Centro Democrático necesita recomponer su narrativa y proyectar una imagen de unidad frente a las divisiones internas y la presión de otros sectores de la derecha que buscan ganar protagonismo en las presidenciales.

Más allá de lo partidario, su precandidatura se convierte en un hecho histórico por el contexto en el que surge. En pocas ocasiones en la historia de Colombia un padre ha tomado el relevo político de un hijo asesinado para continuar su camino en las urnas. El hecho de que Uribe Londoño lo haga décadas después de haber abandonado la política activa añade un componente de dramatismo y simbolismo que ha generado un gran impacto mediático. Columnistas y analistas coinciden en que, gane o no la consulta interna del uribismo, su sola participación en el proceso marcará un capítulo inolvidable en la historia reciente del país.

La contienda electoral de 2026 ya se vislumbra como una de las más tensas de los últimos tiempos. La polarización, la crisis de seguridad y la indignación por los asesinatos de líderes políticos y sociales han configurado un panorama en el que cada precandidato deberá apelar tanto a la emoción como a la razón. En ese escenario, la entrada de Miguel Uribe Londoño introduce un factor inesperado: la combinación entre el recuerdo de un líder joven truncado por la violencia y la experiencia de un padre que decide dar el paso definitivo hacia la política después de haber perdido casi todo en la vida personal.

Con este anuncio, el uribismo intenta enviar un mensaje de resistencia y de continuidad. Para muchos de sus militantes, se trata de un homenaje vivo al senador Miguel Uribe Turbay, que buscaba renovar el partido y ampliar sus fronteras más allá de las viejas estructuras políticas. Para el propio Uribe Londoño, es la forma de transformar el dolor en acción política, de darle un sentido práctico a la tragedia y de recordarle al país que la violencia no puede callar las voces de quienes buscan gobernar.

El país entero observa con atención cómo un hombre de 79 años, marcado por la pérdida de su esposa y de su hijo en hechos violentos, decide volver a la arena pública para disputar la presidencia de la República. Su postulación no es solo una candidatura electoral: es también una historia de resiliencia, de memoria y de lucha contra la adversidad. La gran pregunta ahora es si esa fuerza emocional logrará traducirse en respaldo popular en una campaña que se perfila intensa, dolorosa y cargada de simbolismo. Lo único cierto es que, con la entrada de Miguel Uribe Londoño en la contienda, las elecciones de 2026 ya no serán las mismas y quedarán marcadas por una narrativa de duelo convertido en acción política.

Comentarios de Facebook

Comments are closed

Artículos Relacionados