La columna de Jerónimo Uribe pone en evidencia los intereses detrás del juicio al expresidente y advierte: “Los enemigos de Uribe quieren destruirlo, pero no han podido probar nada”.

Este viernes, Jerónimo Uribe, empresario, publicó una columna titulada “El Juicio del Siglo”, en la que analiza con profundidad humana y jurídica el proceso penal que enfrenta su padre, el expresidente Álvaro Uribe Vélez.
En el escrito, Jerónimo narra un emotivo momento familiar: la despedida entre su padre y sus nietos, con la posibilidad latente de que fuera la última en libertad. Sin embargo, afirma que esa tristeza fue seguida por una “profunda tranquilidad”, confiando en que la historia sabrá reconocer la verdad tras el proceso.

“Durante más de 20 mil interceptaciones no se escuchó a Uribe impartir una sola instrucción ilícita”, afirma Jerónimo, al tiempo que señala que la acusación depende exclusivamente de testigos sin credibilidad comprobada, como Juan Guillermo Monsalve y Carlos Enrique Vélez, desmentidos incluso por sus propios familiares.
Finalmente, Jerónimo señala el papel que jugará la tecnología en la evaluación del juicio: “Muy pronto, profesionales y aficionados someterán el fallo al examen de la Inteligencia Artificial (IA)”, una herramienta que, a su juicio, permitirá contrastar los hechos sin sesgos.
El Juicio del Siglo
Por: Jerónimo Uribe
Hace una semana, al final de su visita, mi papá se despidió de sus nietos. Me conmovió pensar que podía ser la última vez que ellos lo verían en libertad. Pero esa tristeza fue seguida de una profunda tranquilidad. La historia podrá examinar desapasionadamente toda la evidencia revelada durante este juicio y sus nietos conocerán la verdad.
“Este es el juicio más veloz”, es la frase que le he escuchado a muchos penalistas. Es inevitable que la celeridad sin precedentes genere sospecha. Pero quiero hacer una evaluación desprevenida. Trato de ponerme en los zapatos de la juez Heredia. Lo primero que es innegable, es su intenso ritmo de trabajo. No es para menos, le correspondió juzgar a uno de los presidentes más influyentes de Colombia. De prescribir, pasaría a la historia como la juez que no fue capaz de llevar a término el proceso más connotado de este siglo. Cualquiera que sea su decisión, unos colombianos la amarán y otros la odiarán. Su fallo será estudiado en las facultades de derecho por muchos años. Es posible que ningún juez, en la historia de Colombia, haya experimentado semejante presión pública.
Pienso también en la fiscal Orjuela. No es fácil. Ha sido antagónica y ha hecho varios comentarios despectivos de la defensa, que exceden su función. Pero me imagino lo difícil que debe ser representar los intereses de unas presuntas víctimas, de alta connotación política, protagonismo mediático y cercanas al presidente, que desean ver a su enemigo destruido y que, ante cualquier error, pedirían sin duda su cabeza.
Sin embargo, lo sustancioso son los hechos. Durante más de 20 mil interceptaciones no se escuchó a Uribe impartir una sola instrucción ilícita y ningún testigo acreditó haberla recibido. La teoría del caso de la fiscalía reposa enteramente en la credibilidad de Juan Guillermo Monsalve y Carlos Enrique Vélez. A Monsalve lo desmintieron tanto su padre como su hermano. Su propio abogado dijo sobre él y su expareja, “están mintiendo”. A Carlos Enrique Vélez lo desmintieron múltiples testigos citados por la misma fiscalía.
Para declarar a Uribe culpable, hay que hacer muchas conjeturas y supuestos. Hay que suponer que logró coordinar un entramado, sin evidencia de haber dado una sola orden ilícita. Hay que suponer que fue capaz de disimular durante miles de llamadas para esconder el entramado. Hay que imaginarse que tenía otro celular, hasta ahora desconocido, para comunicarse con Cadena.
La narrativa de Cepeda es que Uribe buscaba torcer testigos para esconder su pasado paramilitar. ¿Qué evidencia ha surgido del paramilitarismo de Uribe? La respuesta es muy sencilla, ninguna. Varios paramilitares, que sí estuvieron en el Bloque Metro, aseguran que Monsalve no hizo parte de éste. Tanto su papá como su hermano, personas honestas sin antecedentes penales, declararon bajo juramento que en Guacharacas no se fundaron grupos paramilitares. La propia hermana de Monsalve, en declaración juramentada, desmintió que su papá hubiera testificado bajo presión.
Tuvieron a Salvatore Mancuso en el estrado y lo único que aportó fue una declaración política, más cargada de rabia que de sustancia. No puede afirmar que se hubiera reunido tan siquiera una vez con Uribe, con fines criminales. La fiscalía ni siquiera lo auscultó, porque conocía la respuesta. Cepeda quiere hacer creer que Uribe gestó el paramilitarismo, sin reunirse con sus principales jefes, a punta de supuestos intermediarios y señales de humo.
Lo que sí quedó en evidencia durante el juicio, fue la asiduidad de Cepeda visitando paramilitares por doquier. A los testigos que mejor les ha ido en sus condiciones de reclusión es a los pocos que declaran en contra de Uribe y a favor de Cepeda. Monsalve, un delincuente condenado por secuestro extorsivo, vive mejor que el 99% de los presos en Colombia. Todo parece indicar que esos privilegios son cortesía de Cepeda.
Gracias a la tecnología, miles de personas, desde cualquier parte del mundo, han estado conectadas al que se ha denominado el “juicio del siglo”. Con todo el acervo probatorio disponible en redes y canales digitales, muy pronto, profesionales y aficionados, someterán el fallo al examen de la Inteligencia Artificial (IA). Estos modelos evaluarán detalladamente las grabaciones de las audiencias, y emitirán conclusiones altamente razonadas y libres de sesgos. Por ahora, además de mi íntima convicción, analizando con inteligencia artificial el material probatorio expuesto a lo largo del juicio, llego a una simple conclusión: independientemente del sentido del fallo, para la historia, Álvaro Uribe ya es inocente.
EL JUICIO DEL SIGLO
— Jerónimo Uribe (@jeronimoauribem) June 21, 2025
Los invito a leer mis conclusiones sobre el juicio a @AlvaroUribeVel pic.twitter.com/V9udjl7iTJ
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